Les voy a contar lo que me sucedió el pasado domingo con la finalidad de explicar un poquito el proceso de sensación del que a veces hablo tanto.
El chiste es que antier me lancé al Centro de la Cultura Digital ubicado en Reforma, me pareció interesando ir, conocer ese lugar y observar todo lo que me imaginé que podía aportarme.
Al llegar solo estaban abiertas dos salas, consejo: (no vayan en domingo).
Sin andarme con rodeos al entrar en una de las salas, viví (sentí) varias sensaciones.
Contextualizando, la sala me daba sensación de enormidad, no había esquinas y estaba pintada de blanco, en el centro había seis pilares colocados de tres en tres en dos hileras y eso era toda la sala. Lo que le daba “sabor” al lugar y que impactó aún más en mi sensación que cada vez se iba despertando mientras que me adentraba, era que había sonido y luces de colores cambiando todo el tiempo y rebotando en cada parte del lugar.
Ahora sí, hablando de mis sensaciones. Al entrar a lo inesperado y empezar a caminar, empecé a sentir una gama de sensaciones impactadas en mi corporalidad porque la indicación que me daba mi cuerpo era de “ten cuidado”, la sensación fue escalofrío, como de quererme esconder, pero no había donde, la música itinerante y los colores proyectados no eran agradables, inmediatamente después de estar en la sensación corpórea reflexioné y dije “estoy sintiendo miedo”.
Todo este proceso fue vivido en cuestión de segundos. Inmediatamente me situé atrás de mi acompañante, al sentir el contacto con él, noté que me relajé un poquito más y que al estar apoyada en esa parte del entorno que era él, empecé a observar el lugar y analizar si no corría peligro.
Después de observarlo, me di a la tarea de empezar a sacarle provecho al lugar pues no era del todo agradable estar ahí y lo que hice fue “anestesiarme” un poco sacando fotos.
¿Y qué pretendo con el choro que me acabo de aventar? Pues bien, la intención es ejemplificar como vamos por el mundo.
Cada experiencia, cada instante vivido, la sentimos en el cuerpo y se manifiesta por medio de sensaciones, pueden ser agradables o desagradables, a veces son varias a veces no, no tienen una duración larga ya que después les ponemos “nombre y apellido” clasificándolas en emociones; al tener la conciencia reflexiva de la emoción, la categorizamos de acuerdo a lo que hemos vivido y la organizamos colocándola en alguna situación del pasado parecida pero que no es la misma y ahí está la bronca, porque la bautizamos con la experiencia del pasado y el chiste es re-significar y ver que nos aporta este presente.
Continuando con mi explicación, la emoción que sentimos nos dicta qué es lo que necesitamos (recuerden que yo al sentir miedo me quería esconder, necesitaba protegerme), entonces atendí mi necesidad real que en ese momento fue sentir a la otra persona y ponerme detrás de él. Eso me permitió sentirme menos amenazada, observar bien el lugar, darme cuenta de que para mí no era agradable estar ahí y lo que hice fue “Deflectar” (distraer, lo que me pedía mi sabiduría organísmica), mi posible angustia, y tomé fotos.
Como les digo anteriormente, así vamos por el mundo, el punto de este artículo es que siento y pienso que deberíamos ponerles atención a nuestras sensaciones porque son alertas, porque son indicaciones de nuestras necesidades que deberíamos satisfacer. En este caso saqué fotos y me salí rápido del lugar y así cerré mi Gestalt, cerré ese ciclo, para empezar nuevamente otro, que no se preocupen, no se los voy a contar.
Entre más atención pongamos al cómo nos impacta nuestro entorno, más conocimiento tendremos de lo que necesitamos, a veces no se puede satisfacer la necesidad al momento, pero por lo menos se tiene consciencia de lo que necesitas.
Recuerden que sentir es vivir. Y somos organismos en un entorno, es imposible ser sin un entorno, pero bueno este último tema da más para el siguiente artículo. ¡Sientan! ahí está la neta del planeta, si tienen algún comentario, queja o aclaración, búsquenme y será un placer platicarlo.
Gracias por leerme, abrazos de osa.
Paulina Santamaría
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